Fuentes: Mapuexpress/ Azkintuwe
Roberto Painemil Parra, comunero mapuche acusado en el juicio oral que se está desarrollando en Temuco por supuesta autoría del incendio de una maquinaria de la Forestal Mininco, dio a conocer la versión completa de los hechos ocurridos al atardecer del día 25 y el 26 de diciembre de 2006, fundamentalmente la feroz golpiza que recibió de manos de carabineros luego de ser detenido (horas antes de la quema) por civiles que lo hicieron arrodillarse acusándolo de ser ladrón de ganado.
TEMUKO / Roberto Painemil Parra, comunero mapuche acusado en el juicio oral que se está desarrollando en Temuko por supuesta autoría del incendio de una maquinaria de la Forestal Mininco, dio a conocer la versión completa de los hechos ocurridos al atardecer del día 25 y el 26 de diciembre de 2006, fundamentalmente la feroz golpiza que recibió de manos de carabineros luego de ser detenido (horas antes de la quema) por civiles que lo hicieron arrodillarse acusándolo de ser ladrón de ganado.
El síndrome del torturado era visible en el declarante: se le quebró la voz al recordar su paso por el calabozo y el patio de un recinto que no pudo identificar, (pero que se estima es el retén de Cholchol pues estos carabineros lo condujeron después a Nueva Imperial para ser formalizado). Debió tomar agua, y repetía que "tenía miedo, mucho miedo, me torcieron los brazos, me daban patadas y golpes en el trasero, en el pecho, estaba descalzo, me mostraron una máquina con cables y me preguntaban si yo entendía qué era eso, yo no sabía ni qué hora era ni qué día, mi familia dijo que era mediodía cuando me llevaron a la fiscalía" y frecuentemente a las preguntas respondía que no podía recordar más.
También explicó que había un "bueno" que le aconsejaba que hablara y que entonces saldría de inmediato en libertad, y que otra persona lo filmaba y fotografiaba. Detalló las amenazas contra su madre que lo indujeron a autoinculparse del incendio y a sindicar a Héctor Llaitul –que está siendo juzgado junto a él- como autor del atentado. Afirmó que no fue examinado por un médico antes del control de detención porque le dijeron que él no tenía derecho a defensa ni a nada, agregando que el Fiscal Moya y los carabineros lo instaban a mantener el "trato" hecho bajo tortura. Las palabras de Moya que repitió Painemil en el tribunal, mirando a ese Fiscal, presente en el juicio, eran: "Estai sonado huevón porque encontraron las armas en tu casa; firma no más".
La declaración de Painemil, hecha en mapudungun con algunas palabras (los insultos) en español, fue traducida por dos intérpretes validados ante el tribunal. Dos frases fueron una constante en la declaración formulada por Painemil el lunes 9 de junio: "No me creyeron" y "tenía pánico, mucho miedo y ya no supe más". Se refería a que al ser detenido por primera vez, mientras lo tenían de rodillas y lo insultaban gritándole "indio ladrón", intentó sin éxito explicar al grupo de la junta de vigilancia – paramilitares que actúan contra el abigeato en la comuna- que su vecino Sergio Trancal lo había contratado para que lo condujera donde una machi del sector de Chonchol.
A la salida de la comuna de Padre Las Casas, dos personas les hicieron dedo y con la venia de Trancal, subieron a la camioneta, compraron cerveza y se mantuvieron en el vehículo, subiendo y bajando del mismo "para beber o ir al baño", hasta llegar al sector donde ocurrieron los hechos. Los dos desconocidos se bajaron junto a Trancal. Mientras Painemil esperaba a su vecino –que no regresó nunca- un grupo de hombres que llevaban sus caras cubiertas y uno de los cuales portaba un arma corta, se subieron a la camioneta y lo obligaron a continuar viaje con ellos, dejando luego de copiloto de la camioneta al hombre armado.
Comentando estos hechos el ex Juez Juan Guzmán había declarado anteriormente a la prensa: "Roberto Painemil Parra cayó como un zorzal, fue engañado y llevado a este sector por personas interesadas. Estoy convencido además que las personas de la junta de vigilancia le preparan todo el terreno para que posteriormente le sean colocadas dos armas de fuego, una perteneciente a un suboficial de la Fuerza Aérea, otra perteneciente a un carabinero, respecto de la cual jamás hubo denuncia, después se le pusieron dos celulares, de los cuales dos pertenecen a carabineros, es bien curioso".
El equipo defensor, que integran también los abogados Juan Enrique Prieto y Pablo Ortega han calificado la acusación como "un montaje". El Ministerio Público,y hasta poco tiempo atrás, también el gobierno a través de la intendencia regional, imputa a Painemil y a Llaitul –este último dirigente de la Coordinadora Arauco-Malleco la comisión del delito de incendio de maquinaria forestal y de 0.74 hectáreas de terreno del fundo Las Praderas de la comuna de Chol Chol, administrado por la forestal Mininco, hechos ocurridos el 25 de diciembre de 2006. Se les imputa además el porte ilegal de armas de fuego, pidiéndose una condena de entre cinco a diez años de prisión.
La defensa de Roberto Painemil presentó como testigo a una vecina del sector, Norma Parra Sandoval, quien sostuvo que el imputado había estado trabajando en su casa arreglando un galpón los días 18, 19 y 20 de diciembre en que testigos de la Fiscalía habían asegurado que había sido visto por Cholchol. También atestiguaron los hermanos de Painemil, Sergio y Verónica, y su padre, Alfredo Painemil quienes relataron los dos violentos allanamientos que sufrió el hogar de Painemil mientras su progenitor estaba en Imperial en la mañana del 26 de diciembre averiguando junto a Sergio qué había ocurrido.
El padre de Painemil se manifestó desolado por no haber podido declarar en mapudungun puesto que ya no estaban en la sala los traductores, explicó que en castellano él se pone más nervioso y le cuesta hilvanar su discurso, y por eso olvidó que su señora le contó que le hicieron firmar un papel de conformidad por el allanamiento en circunstancias que ella no sabe leer ni escribir. Alfredo Painemil, agricultor, al regresar a su hogar vio los destrozos en ventanas y puertas, un catre roto y también denunció al tribunal que la fuerza policial le robó $380.000, se llevaron un computador nuevo de su hija y joyas de oro y negó enfáticamente que en su casa hubiese habido armas.
Su hijo Sergio reforzó ese relato y agregó que desde ese día está siendo permanentemente amedrentado y por las noches carabineros apostados cerca de su casa hacen disparos sumiendo a su hogar en el temor y la indignación. Verónica relató que llegó a casa de su madre desde Temuco justo cuando unos 50 carabineros abandonaban el lugar negándose a darle ninguna explicación sobre el robo del computador y lo que había sucedido en su hogar. Para la familia, Roberto destaca en el desempeño de su trabajo tanto en la agricultura como en sus tareas como carpintero y artesano y por ser muy solidario con los vecinos a quienes suele trasladar en camioneta sólo cobrando el precio de la bencina.
Sergio, su hermano, dijo a los jueces que esto era "todo un invento no más". También compareció ante el tribunal Karina González, antropóloga que conoció la denuncia de tortura de Roberto Painemil en enero de 2007, a pocas semanas de ocurridos los hechos y los describió en forma similar al relato del comunero, asegurando que en esos momentos no se tomó acción legal al respecto debido a que la familia estaba muy atemorizada.
Amedrentamiento en Labranza
Venciendo el amedrentamiento, este lunes se presentaron asimismo a declarar ante el tribunal varios miembros de la familia que acogió a Llaitul en Navidad de 2006 en Labranza y Oscar Coñuepan Calfin, ex marido de Ximena Galleguillos, quienes aseguraron al tribunal que en la noche del 25 y también el día 24, Héctor Llaitul había permanecido en el hogar de Ximena Galleguillos, donde ya se encontraban Nano y Lautaro, hijos del imputado. La fiscalía intentó en todo momento desacreditar a los y las testigos, por ejemplo pidiendo a Coñuepan que dijera al tribunal si había sido condenado alguna vez.
El testigo sonrió y –ante la algazara de la sala- respondió que sí, que tenía una condena por haber robado chocolate en un supermercado. Cuatro días atrás, el 5 de junio Oscar Coñuepan y Ximena Galleguillos habían presentado en la Corte de Apelaciones de Temuco un recurso de amparo contra la policía de investigaciones por seguirlos hasta su domicilio en Labranza luego del juicio y darles la burda explicación de que lo hacían porque el lugar era "refugio de delincuentes muy peligrosos". Mañana continuará el juicio y deberá declarar la madre de Painemil, la señora Lucía Parra Sandoval que requiere la presencia de los intérpretes hoy ausentes.
La solidez de los testigos de la defensa y su impecabilidad ha contrastado con los errores y contradicciones que han evidenciado los testimonios de los testigos aportados por la fiscalía, todos carabineros. Interrogada sobre esa condición cuando abandonaba la sala, la fiscal Vania Arancibia se negó a responder la pregunta acerca de la peculiaridad de un juicio que hasta hace poco era patrocinado por el gobierno y en el cual son los carabineros los únicos que aportan "pruebas" contra los imputados.
El tribunal y las machis
Un miembro del Tribunal recibió toda un pequeña clase de parte de Alfredo Painemil respecto de por qué una persona visita a una machi. La acusación había señalado que en Cholchol no había machi. El padre de Roberto Painemil, don Alfredo, se encargó de averiguar lo contrario e informó al juez que la machi no sólo existe sino participa en el programa de Medicina Intercultural del hospital de Nueva Imperial, se llama María Cayul y desde luego atiende la mayor parte del tiempo en su domicilio.
El comunero mapuche debió explicar al tribunal que hay diferentes tipos de machi, unas más calificadas que otras y según eso son escogidas por las personas, ya que se le había preguntado por qué iban a ir a buscar una machi a otro lado si en Tres Cerros, donde habita Painemil, también hay machi. Saludable es el interés por la cultura mapuche mostrado por uno de los 3 magistrados del tribunal oral, que mañana profundizará su conocimiento sobre el tema pues declarará la machi Sonia Cheuque Aedo.
Una querella criminal había presentado el Observatorio de Derechos Indígenas el 15 de enero de 2007 contra todos quienes resulten responsables del delito de daños y ultrajes, durante el allanamiento realizado el 26 de diciembre del año 2006 en el domicilio de la Machi Sonia Cheuque Aedo, ubicado en la comunidad Yeupeko (Vilcún), sector Tres Piedras, comuna de Padre las Casas. El allanamiento policial fue ordenado por la jueza de Nueva Imperial Vania Arancibia en el marco de esa investigación, pues la camioneta en que Roberto Painemil transportó a su vecino y compañía, era precisamente de la machi Sonia Cheuque.
Destrucción de un rehue
En la querella se denuncia que el rehue (altar hecho con ramas, al aire libre) de la machi resultó completamente destruido, lo que a juicio de los afectados y del Observatorio constituye un atentado grave a los símbolos culturales del pueblo mapuche y vulnera su derecho a la libertad de conciencia. "La destrucción del rehue se produjo porque a juicio de los efectivos policiales podrían existir armas o artefactos explosivos ocultos en medio de las 'ramas`, lo cual resulta una burla y un acto aberrante que debe ser condenado por todos los sectores de la sociedad".
A las familias afectadas en ningún momento se les exhibió la orden de allanamiento. Carabineros interrogó allí ilegalmente a una menor de 5 años de edad, vulnerándose con ello todos los derechos que protegen a los menores, provocando con ello un trauma psicológico en la niña, que por falta de recursos no ha recibido tratamiento médico adecuado. La querella fue presentada por Richard Caifal Piutrin y el abogado Antonio Collados Sariego, del Observatorio y los hechos sin duda serán relatados mañana al tribunal, mostrando el clima de militarización que imperó desde entonces en el sector y que describió a esta periodista la familia Painemil Sandoval al salir del tribunal, manifestando su esperanza que ahora pueda haber justicia.
Para ellos su defensor público, Jaime López, nada hizo, sólo pedirles que esperaran por falta de pruebas a favor de Roberto, "así es como mi hijo lleva casi dos años en la cárcel", dijo afligida su madre, quien confiesa que no puede comer tranquila y ha debido tratarse en el hospital por la angustia que deriva de esta situación." Todos se sienten reconfortados por el aporte del equipo de abogados de derechos humanos, que según creen, está permitiendo un vuelco en la historia.
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