Neuquén _ “Suelo pensar en los acontecimientos de Mayo como un momento de incertidumbre”, sostuvo la doctora en Historia, titular de la cátedra de Historia Argentina de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet, al cumplirse un nuevo aniversario de la Revolución de 1810.
“Se abría un horizonte nuevo, en el que no había nada decidido y que es la puerta para un proceso muy complejo donde lo que se va formando son espacios de soberanía que se autonomizan. Lo que hay es un triunfo de la idea de que cada provincia mantiene su propio espacio de autonomía”, señaló.
La autora de “Pueblo y política: la construcción de la república” afirmó que en los últimos veinticinco años los historiadores han ido desarrollando una renovación historiográfica sobre los acontecimientos de 1810, cuando un grupo de patriotas iluminó el camino de la Independencia.
“En primer lugar, el proceso de mayo se entendía como parte de un camino trazado y progresivo que llevaba de la Colonia a la Revolución. No se preguntaba por lo que pasó para tratar de entender que no fue un camino transitado sino en sí mismo”. “En segundo lugar, está relacionado con el desarmado que se ha venido haciendo en las últimas décadas de la idea de la Nación como la comunidad humana por excelencia. La idea de que el 25 de Mayo habría nacido la patria, y que esa patria estaba esperando romper sus cadenas del yugo colonial pero que estaba en potencia, que era algo que sólo pedía realizarse y que es lo que finalmente ocurre en mayo. Hubo una nación que preexiste, y la revolución es el tránsito a la independencia, simplemente la realización de ese destino que estaba inscripto antes. Había una Nación que estaba esperando ser descubierta o liberada”.
De cara al Bicentenario
A un año de celebrarse el Bicentenario, la sobrina nieta del escritor Ernesto Sábato enfatizó que “hay mucho ruido y pocas nueces”.
Su preocupación se basa en una especie de “agitación de superficie” respecto de la fecha y, al mismo tiempo, “de oportunismo por parte del Gobierno y de los medios de comunicación que quieren decir algo pero que no se dirige hacia ningún lado”.Sábato prefiere que alrededor de esta futura conmemoración se promuevan “una serie de debates -así en plural-, y en esto tanto el Gobierno como los medios son responsables de que eso suceda”.
Para la autora de “La política en las calles” debe generarse un clima de discusión sobre la Nación y no tanto de celebración como el que se está presentando “para pensar no sólo lo que fuimos sino lo que queremos ser”. “Creo que hay que sacar a la luz las diferencias y los debates, no tener una visión de unidad de nuestro pasado, presente y futuro. Acaso sea una ilusión más que una propuesta”, agregó con desazón.
Espacios de pluralidad
Los debates que plantea Sábato estarían basados en que la sociedad argentina “construya espacios de pluralidad, de conflicto y de diferencias, algún factor de convivencia que permita procesar los conflictos, no que busque fragmentar en el sentido de que los que están a mi lado son los buenos y los que no son los malos y que es la postura que predomina en nuestro país y en otros de América Latina”. “Aceptar las diferencias y aceptar las pluralidades, que existan pactos de convivencia concretos que nos permita mantenernos unidos, si es que queremos estar unidos”, agregó.
Sábato apuntó una diferencia en cuanto al escenario cuando se conmemoró el Centenario al que tendrá lugar el próximo año. “Mayo de 1910 se presentaba con una enorme movilización y actitud celebratoria no sólo desde el oficialismo sino también desde los sectores obreros, la clase dirigente y las propias elites que estaban lanzados a la crítica y a la disputa del espacio público para proponer otras versiones del presente y del futuro. A diferencia de lo que observo hoy, nadie quedaba indiferente ante el Centenario. Era una fecha que movilizaba a todos ya sea para celebrar o para criticar. Eso daba un dinamismo que me parece que hasta ahora no se ha visto respecto al Bicentenario”.
Ese espíritu celebratorio, según la historiadora, no sólo estaba marcado por el tipo de acto organizado sino también en las realizaciones materiales, “por ejemplo los grandes monumentos y edificios de la ciudad de Buenos Aires se consturyeron para esa ocasión”, comentó.
“Había un espíritu celebratorio y, al mismo tiempo, una voluntad de mostrar el éxito. No estoy de acuerdo con algunas de las versiones que relacionan al Centenario con un espacio monopolizado por las clases dirigentes. Creo que la idea de que la Argentina no era patrimonio de las clases dirigentes, estaba muy enraizada en sectores muy amplios de la sociedad, es el caso del movimiento obrero que sale a disputar con el gobierno el sentido de lo social. 1910 fue un espacio de enorme debate sociopolítico sobre el futuro”, concluyó.
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